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REGENERAR EL SUELO - PLANTANDO AGUA


La lentitud con la que aparentemente se originan determinados fenómenos naturales nos hacen perder la consciencia sobre su repercusión para la propia vida sobre el planeta.
Incluso disfrutamos de imágenes tan "preciosas" como este paisaje erosionado, pero no pensamos que la actividad humana actual, en numerosos casos institucionalizada, es una de las grandes causantes de esta desestabilización por erosión, acelerando la desertización de nuestros montes y tierras productivas.


Nos preocupa que la actual situación de altas temperaturas, con tormentas eléctricas que originan desvastadores incendios forestales, destruyan nuestro entorno más inmediato y ponga en peligro nuestros montes, pero no nos preocupa que estos estén cubiertos de monocultivos de pirófitas que, como el pino y el eucalipto, son proclives a incendiarse y que, en cualquier circunstancia, no sólo no crean suelo, si no que lo desertizan.

Seguimos sin asumir que es urgente abandonar la agricultura y la ganadería industrializadas, sustituyéndolas por la agricultura regenerativa. Por ahí pasa la transición ecológica, si realmente creemos en ella, y no es un simple postureo para seguir manipulándonos.

Veamos alguna cifras muy significativas que nos hacen ver el impacto negativo de la actividad humana sobre la degradación medioambiental. Son cifras publicadas por la FAO:

Por culpa de las actividades agrícolas, y la erosión que originan, se pierden cada segundo 2420 toneladas de suelo y, como consecuencia de ello, se pierden en cada hora del día unas 1370 hectáreas de tierras que quedarán desertizadas para siempre.

¿A dónde van a parar esas toneladas de suelo arrancadas por la erosión?

Pues la escorrentía las lleva monte abajo por lo regatos, hacia los ríos y de ahí van a parar a la mar, que es el morir, como decían las coplas de Jorge Manrique.

Estamos evidenciando una relación directa entre agua y erosión. El agua erosiona y, mediante la escorrentía, arrastra las partículas más pequeñas, precisamente las que confieren fertilidad al suelo, hacia las partes más bajas, y finalmente a la mar.

¿Y qué pasa si detenemos la escorrentía del agua, y con ello detenemos la erosión de partículas nutritivas y además creamos materia orgánica y la estabilizamos?. Pues estaremos incrementando la fertilidad de nuestras tierras, creando un mundo más sostenible y apostando por reducir las 3600 personas diarias que. injustamente, mueren de hambre.


REDUCIR LA ESCORRENTÍA - DETENER LA EROSIÓN


Durante millones de años la superficie terrestre se ha ido conformando, en gran parte, por la acción del agua. El deshielo en las grandes alturas, o el agua de lluvia que cae sobre las montañas, se mueven hacia abajo, por efecto de la gravedad, y en este desplazamiento van erosionando, arrastrando, entre otras, las pequeñas partículas que integran el suelo fértil.
Estas finas partículas son depositadas en el fondo de los valles, cuando el agua se calma; por esta causa allí la fertilidad es superior.
Cuando hablamos de plantar agua nos referimos a gestionarla de manera que permanezca en el suelo donde cae y aprovecharla para crear un suelo fértil, productivo, que no sólo reduzca la escorrentía y el arrastre de nutrientes, si no que, además, ayude a la fijación del CO2 atmosférico.
A través de la fijación del agua se produce una regeneración rápida del terreno degradado por la sequía o por los incendios forestales. Esta técnica conocida como keyline, o línea clave, fue desarrollada por el australiano P.A.Yeomans en los años 50 para luchar contra la desertización en Australia. En ella integra los árboles y el pastoreo de forma beneficiosa.

Básicamente se trata de entender el movimiento del agua en el paisaje y, en lugar de dejar que se concentre en las cañadas, se distribuya por todo el terreno, a través de la línea clave. Luego, utilizando un arado diseñado por el propio Yeomans, se crean una líneas paralelas a la línea clave, por las que penetran el agua, el aire y los microorganismos. De esta manera se logra que el agua permanezca en el lugar donde cae, penetre en la tierra y descienda por su interior, sin pérdida de nutrientes, y sin erosionar el terreno. Esta agua capturada facilita el desarrollo de materia orgánica que, a su vez, retiene importantes cantidades de la misma para su posterior disponibilidad por la planta.

Este funcionamiento crea las condiciones biológicas para un mejor desarrollo de las raíces. El agua de lluvia caída será la misma, pero gestionada de una manera diferente, en el lugar de caida, enriqueciendo el paisaje y creando materia orgánica que, a su vez, colabora en la retención del agua. Su funcionamiento puede verse en 3D en el siguiente enlace https://youtu.be/C_6Hkl6zEJA
EN QUE CONSISTE EL PROCESO

En conseguir que la capa fértil de las laderas se haga más profunda y útil para la producción. Hasta ahora la fertilidad se concentraba en los valles, pero podemos lograr que zonas aparentemente improductivas, vuelvan a ser utilizadas tanto por el ganado como por la agricultura.
Hay que volver a tiempos anteriores a la industrialización del campo y practicar un agricultura regenerativa integrada, en la que agricultura, ganadería y bosques, se apoyen mutuamente, para beneficio tanto del medio ambiente, como del agricultor, que no volverá a necesitar adquirir más insumos.
La transformación puede durar algunos años, dependiendo del estado actual del terreno. Esto no debe hacernos ser reticentes, ya que los resultados que vamos a obtener serán permanentes. Lo que sí hay que tener presente es que no sirve un arado cualquiera, tanto para hacer la línea clave como los surcos, pues no debemos remover la tierra; sólo abrirla lo justo para que puedan penetrar el agua, el aire, los microorganismos y, si lo deseamos, las semillas a cultivar.

El suelo fértil lo origina el sistema en su conjunto, y hay que darle tiempo, por eso el primer año se recomienda  no profundizar más que entre  7 y 11 cm. El segundo año se profundizará un poco más y, entre los años 3 y 5 habremos alcanzado la profundidad de suelo fértil de 40 cm. lo que nos permite una amplia diversificación de cultivos.

La separación entre los surcos se ajustará en función de la climatología. Cuanto más seca sea ésta, mayor será la distancia entre surcos para reducir la pérdida de agua por evaporación.
A QUIEN INTERESA






Por supuesto a las Comunidades de Montes, a los ganaderos, a los agricultores, ... es decir a todos los profesionales que se dedican a la producción de alimentos y explotación del monte, pero también a aquellos pueblos y comarcas que sufren constantes inundaciones, con elevadas pérdidas, o para la recuperación del monte tras un incendio.
Decíamos al principio que el control hídrico tiene dos objetivos: el primero es reducir la erosión por escorrentía, que ocasiona una importante pérdida de suelo y nutrientes. El segundo es incrementar la capa fértil para mejorar la producción de nuestros montes y tierras de labor. Y todo ello basándonos en procesos naturales, sin necesidad de utilizar insumos agresivos y contaminantes.
¿QUIEN LO PUEDE HACER?
Este es uno de los servicios que se pueden contratar con la Fundación Galicia Verde, pionera en Galicia en la aplicación de este sistema de regeneración y cultivo.
Si lo deseas puedes contactar con nosotros a través del e-mail: secretaria@fundaciongaliciaverde.org para que podamos visitar el lugar, conocer tus necesidades y darte un presupuesto.
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