LA AGRI-CULTURA
La palabra agricultura consta de dos partes: agri y cultura. Es de origen latín agri que indica “campo" y cultura que es sinónimo de “cultivo o cultivado”. La agricultura, como la conocemos hoy, se origina con el descubrimiento del arado en 3500 a.C. en Mesopotamia.
Actualmente la definimos como un conjunto de técnicas para el cultivo de la tierra destinadas para maximizar la calidad y cantidad de la cosecha.
La función de la agricultura es la de producir alimentos, en cantidad, pero con calidad. Ahora bien, los recursos que la naturaleza nos ofrece para ello son limitados, por eso debemos administarlos con rigor, y regenerarlos de manera contínua.
Vamos a explicar esto más en detalle, con un ejemplo, porque es la base sobre la que construir el futuro de una agricultura al servicio de todos. Imaginemos que la naturaleza es un gran depósito de agua del que bebo todos los días; llegará un momento en el que se acabará, no podré seguir bebiendo y pasaré sed, o incluso moriré. Pero si cada vez que bebo un vaso de agua añado otro, el depósito de mantendrá lleno. Y, si cada vez que bebo añado un vaso y un poco más, estaré incrementando las posibilidades de cara al futuro y será mayor el número de personas con acceso al agua.
Traslademos este ejemplo a la agricultura. Hay dos modelos totalmente contrapuestos:
La agricultura industrializada, que utiliza todos tipo de insumos, mayoritariamente derivados del petróleo, un bien limitado. A partir de él se preparan insecticidas, herbicidas, abonos químicos, .... pero, cuando se acabe el petróleo, .... a lo mejor por eso ya nos están diciendo que la alimentación del futuro será, para la mayoría, insectos. Las consecuencias de esta agricultura, que utiliza el suelo como un soporte, es que acaba desertizándolo. No hay más que ver esas grandes extensiones de tierras desnudas, compactadas por el paso de grandes maquinarias, fumigadas por doquier y sin un brizna de hierba. Estas prácticas origina la pérdida de 12.000.000 de hectáreas de tierras de cultivo al año.
En el lado opuesto están las agriculturas regenerativas, que parten de considerar que el suelo es un ser vivo al que hay que cuidar. Estos suelos se mantienen siempre cubiertos para facilitar la vida de los microorganismos, mantener la humedad y reducir el consumo de agua. Las plantas extraen nutrientes del aire y del subsuelo y dejando los restos sobre el terreno no sólo conseguimos los beneficios anteriormente citados sino que mejoramos su fertilidad. Así la capacidad productiva se mantendrá, o incluso se irá incrementando, año tras año. Este sistema productivo no se agota, y al ir mejorando su fertilidad producirá más. También hay que señalar que al no utilizar grandes maquinarias, ni insumos ajenos a la propia explotación, será sostenible, empleará a más trabajadores y resultará más económica. Estas prácticas, que favorecen el incremento de materia orgánica en el suelo. consiguen incrementar la fijación de CO2 y de agua. Por un 1% de incremento de la materia orgánica se fijan en el suelo 57 Tn de CO2 por Ha, y se consiguen retener cerca de 150.000 litros de agua en la misma superficie.
La agricultura ecosocial sigue la línea de las agriculturas regenativas y aplica criterios de permacultura a fin ser plenamente sustentable y trabajar tanto para la salud de las personas como del medio que nos rodea.
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