Patata - Fundación Galicia Verde

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PATATA
(Solanum tuberosun)
¿Podrías pensar en una rica y jugosa tortilla española sin patatas? ¿O ese pulpo con “cachelos” tan típico de la gastronomía gallega? ¿Qué sería del mundo sin patatas?

Pues sí, ciertamente la patata es la base de nuestra alimentación, lo mismo que los cereales. Encontramos tipos para freír, para cocer,… con distintas texturas, distintos colores,… y es que se cuentan a cientos las clases de patatas que existen. No es de extrañarse entonces que las encontremos en todas partes.

Con un cultivo tan fácil, de seguro que tod@ horticultor/a que se precie, tendrá un sitio reservado en su huerto para plantar este tubérculo.
Nombre científico: Solanum tuberosum
Nombre en español: Patata, papa, turma, chaucha
Nombre en gallego: Pataca
Nombres en otros idiomas: Potato  (inglés), Kartoffel (alemán), Pomme de terre (francés), Patate (italiano), Batateira (portugués)
HISTORIA
CARACTERÍSTICAS
CULTIVO
Los  españoles hallaron la patata a mediados del siglo XVI en Colombia, Ecuador,  Perú y Bolivia, y algunos años más tarde en Chile. Aunque se ocuparon de  estudiar su cultivo, no dieron la debida importancia a un producto del cual  puede decirse que en la actualidad representa más riqueza en el mundo, en un  solo año, que toda la lograda por los españoles durante su dominación del  Nuevo Mundo.

 
La patata  se cultivaba ya en las culturas incaicas precolombinas, prueba de ello son  las numerosas variedades que encontraron los conquistadores al llegar a  América. La patata se introdujo en Europa a través de España a principios del  siglo XVI, proveniente de Perú o Ecuador. Inicialmente, fue aceptada con  muchas reticencias y su uso como alimento no se generalizó hasta bien entrado  el siglo XVIII.
 
Familia: solanáceas

Planta vivaz por sus tubérculos, que posee unos tallos de 30-80 cm.

La parte subterránea forma los tubérculos comestibles, que presentan una película suberificada en su parte externa. Los estolones se desarrollan lateralmente al rizoma y su extremidad se tuberculiza dando lugar a otra patata. Ciertos hongos juegan un papel esencial en la germinación y tuberculización de las patatas.

Hojas velludas, compuestas, pinnadas y divididas en 7-12 segmentos principales que se dividen a su vez en otros secundarios.

Flores agrupadas en cimas terminales densas, de color blanco o violeta y poseen cinco pétalos y sépalos.

Frutos son unas bayas globulares de color verdoso o violáceo, que contienen numerosas semillas reniformes.
El fruto es un pepónide áspero o liso, dependiendo de la variedad, que vira desde un color verde claro, pasando por un verde oscuro hasta alcanzar un color amarillento cuando está totalmente maduro, aunque su recolección se realiza antes de su madurez fisiológica.

La pulpa es acuosa, de color blanquecino, con semillas en su interior repartidas a lo largo del fruto. Dichas semillas se presentan en cantidad variable y son ovales, algo aplastadas y de color blanco-amarillento.

Antes de ponernos manos a la obra, tenemos que programar la siembra en función de si nos encontramos en regiones más bien cálidas (sembramos en otoño), de clima templado (a finales de invierno) o frías (de principios a mediados de primavera). El mejor método de siembra es la plantación de tubérculos pre-germinados. Esto se hace poniendo la patata de simiente en un lugar iluminado pero no en exceso, bien aireado y al abrigo de las heladas. Este método es más económico que andar comprando las patatas de simiente pero no es prudente sembrar varios años seguidos simiente propia, porque corremos el riesgo de que esa patata degenere.

Podemos observar que algunas de las patatas de siembra son más grandes que otras, así que podemos plantar las del tamaño de una pelota de golf directamente sin cortarla y la que sea más grande la cortaremos en trozos. Sean del tamaño que sean, las patatas de siembra necesitan de un proceso de preparación de un par de días de antelación a la siembra. Este proceso nos lleva a cortar las patatas grandes en trozos de más o menos 4 cm de grosor donde haya un par de yemas (mínimo) que hayan empezado a brotar. Cada trozo puede rondar entre los 45-60 gr de peso.

Esas patatas cortadas, las colocamos en un lugar bien ventilado a unos 13 ºC durante uno o dos días para que “curen” y cuando transcurra ese tiempo las tratamos con azufre agrícola para protegerlas de enfermedades fúngicas y para mantener a raya los escarabajos de la patata.

Lo normal es plantar las patatas con las yemas hacia arriba, a razón de una cada 35-40 cm (o un pie), dentro de surcos de 15 cm de profundidad, separados entre sí de 40 a 60 cm. Tapamos luego el surco con el rastrillo, sin apisonar.

Tres semanas después de la plantación, cuando las plantas ya dejen asomar las primeras hojas, haremos una limpieza de hierbas competidoras entre las hileras y cuando las plantas alcancen unos 30 cm de altura, hay que aporcar las plantas haciendo un montoncito de tierra a su alrededor con la azada hasta que sólo sobresalgan del suelo unos centímetros de la planta. Hay quien aporca de nuevo dos o tres semanas más tarde. Este método evita que las patatas se vuelvan verdes pero requiere tiempo y aumenta la posibilidad de que aparezcan problemas relacionados con una temperatura elevada del suelo y una humedad baja.  Hay otra posibilidad para evitar el aporcado y es mantener un acolchado grueso de paja de 15 cm alrededor de las plantas.
COSECHA
Podemos empezar a cosechar las primeras patatas tiernas o también llamadas “nuevas” un par de meses después de haber plantado. Para ello tiramos de la planta, o bien palpando y robando una o dos de cada planta, dejando las demás seguir su ciclo. Cuando las hojas y los tallos ya amarillen y se muera la mayor parte del follaje, cosechamos las patatas durante un día seco y soleado. Con la ayuda de una horca normal o de doble mango, aflojamos el terreno con cuidado y levantamos la tierra en torno a cada pie. Cogemos los tubérculos a mano de entre el terrón levantado y los colocamos a un lado de la hilera. Dejamos secar sobre la tierra durante un día. Una vez secas las patatas, les sacamos la mayor parte de la tierra posible y las guardamos en cajas de madera aireadas, en un lugar oscuro, fresco y bien aireado, con la posibilidad de superponer unas cajas sobre otras.

Descartaremos aquellas que están verdes y destinaremos a consumo inmediato todas las que hayan quedado “tocadas” durante el levantamiento. Evitar almacenarlas junto a las manzanas.
SUELO
Poco exigente con el tipo de suelo donde se cultiva, prefiriendo los ligeros, arcillosos, ricos en humus y profundos pero no le gustan los terrenos compactados y pedregosos, porque el tubérculo no tiene libertad para su desarrollo. La humedad debe ser suficiente pero resiste la sequía. De hecho, en los terrenos secos las ramificaciones del rizoma se alargan demasiado, por lo que tenemos un número alto de tubérculos pero de tamaño pequeño. Los terrenos con exceso de humedad afectan a las patatas haciéndolas demasiado acuosas, poco ricas en fécula y poco sabrosas y conservables.

Es una planta que puede tolerar la salinidad.

El rango de pH óptimo se sitúa entre 5-6,5.
FERTILIZACIÓN
POLINIZACIÓN
A la patata le gustan las tierras ricas en humus, pero lleva muy mal los estercolamientos a base de compost poco descompuesto, o también, y sobre todo, de estiércol demasiado fresco.

Un exceso de nitrógeno provoca numerosos desórdenes en la planta. Si optamos por el compost, es necesario que sea por lo menos del año anterior y si se trata de estiércol, mejor lo compostaremos durante dos años por lo menos antes de extenderlo por el huerto. En ambos casos, no debemos superar la dosis de una carretilla por cada 10 m2.
La planta de patata no necesita en principio de ningún polinizador para producir patatas pero sí que es cierto que las verdaderas semillas de la patata necesitan de la presencia de insectos polinizadores. A lo que le llamamos semillas, están contenidas en unos frutos redondos verdes que aparecen después de la floración. Cultivar patatas a través de estas semillas es factible pero da como resultado la producción de diferentes patatas con diferentes características, lo cual no es factible para los horticultores.
Para no recaer en las mismas enfermedades cada año,   es conveniente mantener una rotación de tres años mínimo, antes de plantar   patatas en el mismo lugar.

  
La plaga más frecuente en los cultivos de la patata   es la dorífora. Este insecto grande con élitros anaranjados de rayas negras   es fácil de reconocer, pues se come las hojas produciendo anchos festones.   Este insecto pasa el invierno profundamente hundido en tierra mullida, para   reaparecer en primavera en cuanto la temperatura del suelo supera los 14 ºC y   empieza en ese momento a devorar las plantas y poner en ellas sus huevos.   Parece que ataca sólo si el suelo sufre un fuerte desequilibrio, de ahí que   aparezca más a menudo en tierras poco profundas, calizas o, lo que va a la   par, carentes de ciertos elementos nutritivos. Es importante entonces no   cultivar patatas en el mismo lugar dos años seguidos, ir eliminando   manualmente los ejemplares adultos y sobre todo las hojas donde se colocan   las larvas (sobre todo en el envés). Se puede usar también la bacteria Bt,   que es eficaz contra las larvas pero hay que intervenir en cuanto aparecen y   aplicar luego otras dos veces con seis días de intervalo.

  
La enfermedad que más quebraderos de cabeza da es   el mildiu. Los daños se ven en hojas que aparecen con manchas aceitosas, a   veces vellosas. Esta enfermedad es más frecuente con tiempo muy húmedo y   temperatura de 15 a 20ºC o por rebrotes de patatas que quedaron en el suelo o   añadidas en el compost. Hay que estar alerta y no dejar nunca tubérculos   enterrados durante la cosecha e incinerar hojas y tubérculos antes de echar   las cenizas al compost. Las principales armas naturales para esta enfermedad   son los preparados a base de cola de caballo y ortiga (purines), así como el   polvo de algas (lithothamne) que se pulverizan de manera preventiva. También   pueden usarse preparados a base de cobre, pero en dosis limitadas. Asimismo   conviene adaptar los cultivos, separando las plantas, limitando la   fertilización de productos nitrogenados y orientando las hileras en sentido   norte-sur para que tengan una mejor exposición. También hay que quitar   sistemáticamente las hojas afectadas, a fin de destruirlas.

  
Cuando nos encontramos tubérculos ahuecados en el   interior, con una cavidad de paredes duras y negras, podemos pensar que se   trata de alguna enfermedad.  En   principio nos damos cuenta de ello en el momento de consumir la patata. Lejos   de todo ello, esto se puede deber a la alternancia de períodos secos con   episodios húmedos. También puede ser causado por un exceso de nitrógeno en el   suelo, debido sobre todo a la aportación demasiado reciente de materias   orgánicas frescas.

  
A diferencia de lo   anterior, la sarna ordinaria de la patata se manifiesta en ya en el exterior   con la aparición de marchas acorchadas en la piel, sin que por ello incida en   la calidad gustativa del tubérculo. Esto se debe a menudo por una sequía   prolongada o a una fertilización caliza reciente.

  
La viruela de la patata se   denomina comúnmente “enrollamiento negro” y se debe al hongo Rhizoctonia   solani. Los síntomas de la viruela son el enrollamiento de las hojas   superiores, que más tarde se reblandecen y aparecen manchas negras. El tallo   también se ennegrece al nivel del cuello y el paso siguiente es la pudrición.   Si la enfermedad desciende hasta la tierra, los tubérculos pueden presentar   costras oscuras. Estos tubérculos deben destruirse, no usarse para consumo y   menos para sembrar. Se puede combatir el hongo del suelo mediante   solarización y mejorando el drenaje del suelo para evitar encharcamientos.

  
La roya se caracteriza por   la aparición de una zona grisácea en el borde de las hojas. En general, los   daños no van más allá de eso pero la planta puede debilitarse. La enfermedad   en sí no tiene un impacto importante en la cosecha ni en la calidad de los   tubérculos pero se puede tratar con infusión de cola de caballo a razón de un   kilo por cada10 litros de agua o con un fungicida casero de leche desnatada y   bicarbonato. Esta receta lleva 200 ml de leche, 800 ml de agua sin cloro y 20   gr de bicarbonato sódico. Aplicamos durante dos días seguidos al atardecer y   luego haremos un recordatorio semanal para eliminar el hongo.

  
La pudrición seca o   fusariosis también está causada por un hongo. A veces se manifiesta durante   la cosecha pero sobre todo lo hace en las patatas almacenadas para su   conservación. La principal característica de esta enfermedad es la aparición   de manchas pardas que forman ligeras depresiones, marcadas en su periferia   por una especie de pequeños cojines blancos y algodonosos. Transcurrido el   tiempo, los tubérculos se pudren interiormente y desprenden un olor   nauseabundo. Es importante la manipulación cuidadosa de las patatas en el   momento de la cosecha y en el almacenado para evitar los golpes y cortes.
  
PROBLEMAS
Las patatas son bajas en calorías, ¿Qué no te lo crees? Pues te diremos que una patata horneada de tamaño mediano 
contiene sólo alrededor de 110 calorías. Pero si cambiamos la manera de cocinarla para una patata frita, las calorías se
 multiplican. También es importante tener en cuenta que la piel de las patatas contiene una gran cantidad de vitaminas
 y minerales, por lo que pelar las patatas puede reducir significativamente su contenido nutricional. 

Este tubérculo es una buena fuente de vitaminas C y B6, manganeso, fósforo, niacina y ácido pantoténico.

Las patatas son una buena fuente de antioxidantes, entre los que destacan los flavonoides, carotenoides y ácidos 
fenólicos, los cuales ayudan al cuerpo a neutralizar moléculas con potencial oxidante como son los radicales libres. 
Estudios científicos han demostrado que las patatas de color morado o de otros colores pueden tener de tres a cuatro 
veces más de antioxidantes que las blancas.

Las patatas contienen un tipo especial de almidón conocido como “almidón resistente”, el cual ni se descompone ni se 
absorbe completamente en el cuerpo pero cuando llega al intestino grueso, se convierte en una fuente de nutrientes para
las bacterias beneficiosas del intestino. Se ha relacionado este almidón resistente con muchos beneficios para la salud, 
incluida la reducción de la resistencia a la insulina, que a su vez, mejora el control del azúcar en sangre. Curiosamente 
podemos aumentar el contenido de este almidón, hirviendo las patatas, guardándolas en el frigorífico durante la noche 
y luego consumiéndolas frías.

También se ha visto que este almidón puede mejorar la salud digestiva, reduciendo la inflamación en el colon, 
fortaleciendo las defensas y reduciendo el riesgo de cáncer de colon.

Como son libres de gluten, se convierten en una excelente opción para las personas con celiaquía o con sensibilidad al 
gluten.

Se ha demostrado que las patatas se encuentran entre los alimentos que más sacian, ya que aumentan los niveles de 
una hormona llamada colecistoquina, que es la encargada de mandar la orden de la saciedad. 

Por todo esto y por su versatilidad a la hora de cocinar, es el alimento perfecto para incluir en nuestra dieta. 
APORTACIONES NUTRICIONALES
ASOCIACIONES
CAPACIDAD GERMINATIVA
RECOGIDA SEMILLAS
Podemos asocialas con cultivos de leguminosas, coles e espinacas, pero non lle gusta a presenza de outras crucíferas, como o tomate.
Al cultivarse por el sistema de “clones”, usando el propio tubérculo, no procede este apartado.
Las patatas “simientes” son los tubérculos obtenidos del año anterior, que habíamos conservado entonces con vistas a la plantación. Durante la cosecha, seleccionamos algunos tubérculos sanos, de talla media y de forma regular y los almacenamos de la misma manera que las patatas destinadas a consumo. Mantener bien la oscuridad para evitar que verdezcan y cuando llegue el momento, se harán germinar para la nueva siembra.
RECETAS COCINA
TU OPINIÓN
A continuación te ofrecemos una serie de links en los que podrás encontrar más de 100 maneras diferentes de cocinar con patatas, para que lo hagas a tu gusto.


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