Ecotono - Fundación Galicia Verde

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ECOTONO EN ESPIRAL
Cuando hablamos de ecosistemas nos referimos a un sistema biológico conformado por diversidad de organismos vivos que comparten un medio físico en el que se interrelacionan. En estos medios se percibe con claridad la interdependencia que existe entre ellos.

Existen ecosistemas terrestres y acuáticos, y se da la circuntancia que en las zonas de transición entre ellos se incrementa notablemente la biodiversidad biológica. Esta zona de transición es lo que se conoce como ECOTONO y se caracteriza por una mayor fertilidad de la tierra. Observemos las márgenes de los ríos, o de los lagos, ... pues bien, en nuestro huerto, podemos recrear un ecotono introduciendo una zona con agua entre los cultivos.

Por otro lado, al hacer nuestro bancales, nos encontramos con los problemas de la orientación respecto al sol, y la exposición al viento, que puede canalizarse entre las plantas. Una alternativa interesante es la construcción en espiral, pues en ella existirán todas las orientaciones, y una protección mútua entre las plantas, creando numerosos microclimas.

La creación de una espiral, con un pequeño estanque en medio, nos permitirá disfrutar de las ventajas de ambos ecosistema, creando nuestro propio ecotono.

Con mi agradecimiento a Pilar, Francesca, Ester, Cris, Martina y Mónica,
por su inestimable colaboración,

Razones para hacer una huerta ecológica en espiral

La creciente preocupación por la salud hace que cada día más personas se decidan a cultivar productos sanos, libres de cualquier producto químico (herbicidas, abonos, insecticidas...) y a partir de semillas nativas, sin manipulación, fruto de la evolución que millones de agricultores en todo el mundo fueron logrando tras miles de años de continua selección.

A la hora de empezar a montar una huerta hemos querido inspirarnos en la naturaleza y por ello hemos decidido eliminar las líneas rectas y crear una huerta en espiral. Esta nos aportará dos ventajas: por un lado está la parte estética y por otro, y tal vez la más importante, la alta productividad por la variedad de microclimas, el denominado efecto borde y la gran biodiversidad.

La estética de la espiral, una de las formas habituales de la naturaleza, bien sea bajo forma de anticiclón, o de ciclones, de galaxias o de remolinos cuando vaciamos el fregadero, por citar sólo algunas, nos recuerda la armonía de los mandalas. Aporta colorido, al entremezclar diversas especies en poco espacio, aleja la monotonía de las líneas rectas y busca la asimetría del bosque,con numerosos bordes.

La alta productividad viene dada por la recreación de un gran número de microclimas dentro de nuestro huerto propiciada por la propia disposición de las plantas y por el movimiento del sol a lo largo del día, lo que se traduce en mayor estabilidad. Además, como la construimos con bancales elevados y curvos ganamos en superficie de cultivo la que perdemos en los caminos.

En el interior de la espiral situaremos un pequeño estanque con la intención de propiciar la presencia de anfibios y plantas acuáticas, para crear un ecotono, e incrementar la biodiversidad.

SITUACIÓN



Donde hacerla

Esta es la primera pregunta que debemos plantearnos a la hora de construir nuestra huerta.

Pueden darse, en principio, dos circunstancias: o que dispongamos de un terreno concreto y que esa sea nuestra única opción (a la que debemos de sacar el mayor rendimiento posible), o que tenga la posibilidad de elegir entre varias localizaciones. En cualquiera de los casos debemos tener presentes determinadas consideraciones, algunas de las cuales analizaremos a continuación.

La primera a tener muy presente es que las plantas SON SERES VIVOS, independientemente de si las utilizamos como alimento, como combustible, ... o simplemente como adorno. Las plantas, como cada ser vivo, tienen unas necesidades en cada etapa de su desarrollo: alimento, agua, luz y temperatura. Será la presencia, o la ausencia de estos elementos, la que determinará la producción de nuestra huerta y el tipo de plantas que podremos cultivar. Las plantas no se mueven, nacen donde nosotros las colocamos y se desarrollarán mejor, o peor, en función de que les proporcionemos lo que necesitan para un buen crecimiento.

No obtendremos los mismos resultados en una tierra sombría, que en una bien soleada, o en una fértil que en otra árida, en una venteada o en otra protegida,... Los factores anteriormente citados pueden ser limitantes y por tanto habrá que tenerlos muy presentes. De ellos dependerá nuestro éxito o fracaso.

Si, como decía al principio, tengo que cultivar en una zona concreta, tendré que estudiar sus condiciones para ver qué puedo, y qué no debo plantar.

Si puedo seleccionar un terreno deberé observar, como mínimo:

La orientación. Observaremos por donde sale el sol y por donde se oculta. Miraremos si a lo largo del día puede ensombrecerse por la presencia de obstáculos elevados, como casas, árboles, ... Lo ideal es una orientación hacia el sur pero, ¿y el norte?. También deberemos observarlo porque por allí llegará el frío y sería bueno que existiera algún tipo de barrera que lo frenara: árboles, una montaña, casas,...

La inclinación también es un factor a tener presente pues un terreno levemente inclinado hacia el sur aprovecha mejor la radiación solar, ya que lo rayos inciden con mayor verticalidad. Una gran inclinación tiene la desventaja de la erosión que se originará en época de lluvias, si vivimos en una zona de lluvias frecuentes e intensas.

El agua es otro factor limitante. ¿Tengo agua cerca, o no? ¿Puedo traerla?

El tipo de suelo tiene mucho que ver con el agua pues dependiendo de sus características físicas retendrá más o menos agua, condicionando la frecuencia del riego. Si un suelo es muy arcilloso retendrá mejor al agua, aunque tenga otros inconvenientes, mientras que un suelo arenoso necesitará riegos muy frecuentes. También influye la cantidad de materia orgánica. Esta es importante que sea abundante pues es el alimento para la fertilidad. a través de la vida microbiana.

Son varios los factores a considerar y habrá que buscar una ubicación que reuna las mejores condiciones posibles para el cultivo de nuestras hortalizas.


RECUERDA:

Las plantas dependen de nosotros, las colocamos donde queremos y nuestra obligación es proporcionarles lo que necesitan para su desarrollo.
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PREPARANDO EL TERRENO
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Fresando

Una vez establecida la espiral nunca más habrá que remover el terreno por eso debemos prestar especial atención a su preparación.

Cualquier terreno donde no haya existido la intervención humana está estructurado en capas, denominadas horizontes. Como consecuencia de la actividad de los microorganismos, la climatología, la lluvia, la erosión,... a lo largo de los siglos; las hojas de los árboles, las ramas caídas,  los cadáveres de animales,... que han ido cayendo al suelo entran en un proceso de descomposición para irse incorporando de nuevo al ciclo de la vida. Todo el material orgánico sufrirá  un proceso de descomposición y posterior mineralización para ser de nuevo utilizado por la plantas. En el suelo se van originando las diversas capas bajo las cuales se encuentra la roca madre, el origen de ese terreno y determinante de sus características, que a su vez será digregada por factores tales como la erosión o la disolución por el agua, poniendo minerales a disposición de las plantas.

Los microorganismos del suelo se distribuyen en los diferentes horizontes con misiones muy concretas. Los que están en la parte superior son eminentemente aeróbicos, mientras los más profundos serán anaeróbicos. Entre los distintos horizontes circulan gusanos y otros diminutos organismos que, como las lombrices, abren canales para la circulación del aire, agua y nutrientes. Entre todos configuran un conjunto vivo, dinámico, cambiante, ... que determina el comportamiento del terreno.



En nuestra huerta tratamos de crear una estructura similar, por eso reduciremos el trabajo en vertical. Únicamente asumiremos el riesgo de destruirla en casos muy concretos, como el caso de nuestra huerta, pues se trata de una zona de relleno, con muchísima piedra  y durísima por el continuado paso de personas y maquinaria. Decidimos fresarla  para aligerarla e ir sacando piedras y , de esta manera, facilitar el trabajo en el futuro y permitir que las plantas  puedan desarrollarse más fácilmente.

.NO OS OLVIDÉIS DE LAS INFRAESTRUCTURAS

Ahora, con la tierra removida y antes de iniciar la espiral, es el momento de instalar las infraestructuras.

Podemos poner una toma de agua, un desagüe o incluso corriente. Todo dependiendo de las necesidades que estimemos necesarias. En nuestro caso como colocaremos un pequeño estanque central, para crear un ecotono, dejamos enterrada una tubería.

Con ello evitaremos tener que andar removiendo los bancales.

GALERÍA DE IMÁGENES
ANÁLISIS DE LA TIERRA

Las plantas son seres vivos que carecen de movilidad (dependen de nosotros que decidimos cuándo y dónde plantarlas), y por tanto tenemos que cubrir sus necesidades nutricionales,  por lo que es importante conocer la composición y características del terreno sobre el que se asientan.

No tenéis necesidad de encargar un examen a un laboratorio, pues los datos básicos que debéis manejar, los podéis obtener de la siguiente forma.

Vamos a explicar el método Yves Heroy, un método sencillo y económico, que nos da la información básica necesaria y, que fue desarrollado por la UNESCO para su utilización en paises en vías de desarrollo. Es perfecto para nuestras necesidades.


EL SUELO, UN ORGANISMO VIVO

Debemos considerar que el suelo es un organismo vivo aunque su escala de vida se mide en miles de años y por eso no nos resulta claramente perceptible. Como todo ser vivo el suelo nace (se forma), se desarrolla y muere.
Expliquemos estas tres fases:

El suelo nace:

Test de materia orgánica, para conocer si hay lixiviación de materia orgánica (MOFD)

Se coge una muestra superficial y otra de un horizonte profundo y se colocan sobre dos platillos de porcelana.
Se le añaden una gotas de agua oxigenada y se observa la reacción:
Pueden producirse burbujas como espuma de jabón
Burbujas como de champán
No se ve nada, pero se escucha
Ni se ve ni se oye nada.

Las operaciones anteriores son mediciones de campo. Se deben realizar otras en laboratotio para determinar la saturación en bases, la cantidad y calidad de las arcillas, o las materias orgánicas para, a partir de ahí, poder realizar un diagnóstico e interpretración de los resultados para conocer la capacidad de fijación del suelo, saber gestionar las materias orgánicas, saber qué aportes cálcicos hay que realizar y la riqueza de minerales. Este servicio lo ofrece la Fundación Galicia Verde en sus laboratorios (www.fundaciongaliciaverde.org).

La formación del suelo se conoce como pedogénesis.  Tiene dos orígenes: inorgánico y orgánico:

El origen inorgánico se realiza a partir de la alteración de la roca madre a causa de fenómenos de erosión por agentes climatológicos como el viento o la lluvia. La roca madre se va dividiendo en partículas cada vez más pequeñas  y formando el armazón del suelo: piedras, gravas, arenas y limos, para posteriormente dar lugar a los coloides minerales y, finalmente a los elementos minerales que los constituyen.

El origen orgánico procede de la flora y la fauna que se van alterando hasta dar lugar a los elementos minerales que las constituyen. Las materias orgánicas ricas en carbono pasan por un estadio intermedio, el humus (coloides orgánicos).

En el suelo los elementos anteriores se mueven en una doble dirección, hacia arriba y hacia abajo. Hacia arriba los mueven las raíces de las plantas y los animales, y fenómenos de capilaridad.

El movimiento hacia abajo depende sobre todo del agua y afecta a minerales solubles como el calcio, el hierro, el magnesio, ....  y a las partículas coloidales salvo que  exista algún enlace que las retenga.

Todas las sustancias se van acumulando, en distintos niveles, conformando como capas horizontales que conocemos como perfil pedológico.

El suelo se desarrolla:

y lo hace en doble dirección; en la superficie por la aportación de materia orgánica y hacia abajo por disgregación de la roca madre.

El suelo muere:

por carencia de lluvias que impiden la existencia de materia orgánica, o por diversas actividades, muchas relacionadas con la actividad humana, como el sobrepastoreo, los incendios forestales, fertilización química, talas de bosques, .....

Nuestra labor es trabajar el suelo para que la etapa de desarrollo, o de maduración, dure el mayor tiempo posible.

¿QUE DEBEMOS CONOCER DE NUESTRO SUELO?

1º- La roca madre, para conocer su dureza y qué elementos minerales puede producir su degradación.  Para ello observaremos las piedras con ayuda de algún libro de geología o pidiendo información al Instituto Geológico y Minero, o en su defecto, Internet.

2º El clima para conocer la pluviometría a lo largo del año, así como las temperaturas máximas y mínimas.

3º La topografía

4º La circulación del agua, que dependerá de la textura del terreno, de la climatología y de la topografía, pudiendo ser escorrentía, circulación superficial,  percolación, ....

5º La flora, importante por el tipo de humus que favorece la formación de estructuras o, por el contrario, los procesos de erosión.

¿QUÉ DEBEMOS OBSERVAR?

El color de cada perfil y la transición entre perfiles para conocer la transición del agua: los suelos rojos son suelos oxidados, con circulación rápida del agua. Los suelos amarillos indican que el agua pasa más lentamente y el hierro se encuentra hidratado, y los suelos azulados nos indican que el hierro está reducido por estancamiento del agua.

La humedad de cada horizonte, tocándolos y comparando.

Presencia de piedras.

Materia orgánica o manchas.

La textura que se determinará mediante la impresión tactil  al deslizar entre los dedos una muestra húmeda. Actuaremos de la siguiente manera:

Coger un puñado de tierra y eliminar los elementos groseros.
Humedecer hasta el punto de adherencia.
Intentar hacer un cilindro de unos 3 mm de diámetro. Si no se puede la muestra tiene menos de 10% de arcilla.
Si se puede hacer el cilindro intentar doblarlo, como un croisant. Si no se puede tiene menos de un 15% de arcilla.
Si se hace el croisant intentar hacer una circunferencia. Si se puede hacer tiene más de un 20% de arcilla. En caso contrario tiene entre 15 y 20%.

La presencia de caliza, mediante el test de los carbonatos:

Se coge una muestra y se pone sobre un platillo de porcelana. Se quitan los elementos groseros.
Se ponen unas gotas de ácido diluido
Se escucha a ver si hay reacción:
Carbonatación 0 si no se ve, ni se oye reacción alguna
Carbonatación 1 cuando no se ven burbujas pero se oyen
Carbonatación 2 cuando se producen burbujas como de champán
Carbonatación 3 cuando se producen burbujas como de jabón.

Test de la acidez potencial. Es la diferencia entre el pH en agua y el pH en cloruro potásico. Este test es muy interesante sólo en caso de que el test de carbonatación resultara 0 o 1, en cuyo caso habrá que realizar una enmienda de cal.

Test de movilización del hierro. Se hace para ver si hay hierro y si han comenzado procesos de lixiviación.

Se cogen dos muestras, una superficial y otra de un horizonte profundo y se ponen sobre dos placas.
Se ponen una gotas de ácido, se tapan con un papel de filtro, y encima se añaden una gotas de tiocianato de potasio.
Se observan los colores que aparecen y se le dan la numeraciones que se indican:

6, si es color vino tinto
3, si aparece color rojo
2, se el color es rosa
1, cuando la coloración es rosa claro.

DISEÑO DE LA ESPIRAL



HAY QUE TOMAR DECISIONES

Estamos terminando de limpiar nuestro terreno y ahora deberemos decidir cómo construir la espiral.

La espiral está conformada por dos áreas que discurren paralelamente desde el exterior al interior; me refiero al área de cultivo y al área de servicio, o caminos por los que nos moveremos. Cada una de ella merece un análisis particular, para que se ajuste a nuestra idea de la espiral y faciliten el posterior trabajo.

El bancal, o área de cultivo, debe ser elevado, por dos razones primordiales: para que el agua pueda drenar con facilidad y que no se encharque (esto resulta especialmente importante en regiones con una pluviometría elevada) y por otro lado porque al ser el bancal de perfil curvo evitamos que se erosione en exceso, compensando toda, o parte, del área dedicada a los caminos.

La anchura del bancal debe ser la adecuada para que nos permita el trabajo en toda su superficie, la mitad desde cada lado. Habitualmente se considera que esta anchura debe ser en torno a los 120 cm.  La mayoría de las personas se adaptan bien a esta anchura alcanzando sin dificultad los 60 cm que trabajarán desde cada lado. Nosotros decidimos hacer bancales un poco más anchos, de 130 cm, ya que la curvatura facilita el acceso y siempre quedan unos centímetros en el lateral que suelen pisarse. Cada uno que decida lo que le guste más. Si los hacemos demasiado estrechos estaremos desperdiciando mucha superficie de cultivo, al necesitar más caminos. Si los hacemos más anchos tendremos dificultad para alcanzar la zona central del bancal. Para decidir entre una u otra anchura hay que tener en mente los cultivos, y no sólo la tierra vacía.

El camino, o área de servicio, tendremos que decidirlo en función de la longitud de la espiral y el tipo de servicios que necesitemos. Para que pueda moverse con facilidad una sola persona, son suficientes 60 cm pero, si queremos entrar con una carretilla, necesitaremos algo más. Incluso, en el caso de grandes espirales, podremos plantearnos un amplio camino radial por el que pueda penetrar un tractor.

En el caso de nuestra huerta, desarrollada para autosuficiencia, nos hemos decidido por bancales de 130 cm y caminos de 60 cm.

En una huerta pequeña la distancia a recorrer desde la entrada hasta el centro es corta pero, ¿y si quiero hacer una gran espiral?. La podremos hacer de cualquier tamaño pero, sobrepasada una longitud que cada uno decidirá como adecuada en su caso, será conveniente abrir un camino de acceso desde el punto de llegada a la espiral hasta el centro. Así accederemos únicamente a la zona que deseemos, sin tener que ir dando vueltas y más vueltas por la espiral. En nuestra pequeña huerta tenemos la ventaja de que cada vez que entramos en la espiral la recorremos en su totalidad y vamos viendo el estado de todos los cultivos.

Una vez decida la anchura del bancal, y del camino, es necesario que hagamos un pequeño recordatorio de las matemáticas que hemos estudiado en el cole.

TRAZANDO LA ESPIRAL

En el centro de nuestra huerta clavamos una estaca y, para trazar la espiral, debemos trazar en torno a ella un círculo,  tal como se ve en la foto anterior.

Para calcular el diámetro de ese círculo recurrimos a las matemáticas.

La longitud del círculo es   L=2πr

L representa la suma de la anchura del camino con la del bancal ya que, al desarrollar la espiral, en cada vuelta nos iremos alejando del centro una distancia equivalente a la suma de ambas medidas. En nuestro caso es de 190 cm (130 cm del bancal + 60 cm del camino).

El valor de π es 3,14.

Vayamos a la fórmula y sustituyamos los valores conocidos: 190 = 2 x 3,14 x r., es decir que r=190 / 6,28.

Si hacemos la división nos da que el radio, en nuestro caso, es de 30,25 cm.

Y ya está. Como tenemos la estaca central iremos clavando otras (las que se quieran, pero recomendamos un mínimo de 8) a la distancia calculada de 30,25 cm.

Ahora atamos una cuerda a la estaca de centro y la enrollamos por el exterior del círculo. Tener presente que se puede enrollar de derecha a izquierda, o al revés, y según la elección que hagamos cambiará la dirección de la espiral.

Ya estamos preparados para trazar la espiral. Para ello atamos en el extremo de la cuerda un palo y al ir desenrollando la marcaremos sobre la tierra. También, en lugar de un palo, se puede utilizar una bolsa con cal, arena, o harina, a la que haremos un pequeño agujero para ir dibujando la espiral sobre el terreno.

Otra cosa a tener en cuenta es por donde saco la cuerda del círculo para irla desenrollando pues, según la que seleccionemos, la entrada en la espiral cambiará de lugar. Antes de marcar nada es recomendable hacer alguna prueba para asegurarnos de que todo resulte correcto.

Otra opción sería hacerlo al revés, enrollando la cuerda, después de haberla extendido entre la estaca central y el punto de entrada a la espiral.

Aún no hemos terminado. Ahora deberemos trazar una segunda espiral. ¿por qué?. Pues porque la distancia entre cada vuelta de la espiral corresponde a la suma del ancho del bancal con el camino, y queremos separarlos.

Es muy sencillo. Trazamos una segunda espiral, igual que el primer caso, pero la estaca con la que vamos dibujando la ataremos 130 cm (el anco del bancal) más corta. Así dibujaremos una segunda espiral paralela a la primera y tendremos marcados el bancal y el camino.
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26 agosto
Para configurar las espirales vamos colocando la tierra que sacamos del camino sobre el bancal; más o menos la mitad hacia cada lado. Así en bancal queda algo más alto que el camino.
Terminado el trabajo las chicas se han ido pero nos han dejado un extraordinario trabajo, realizado con mucho esmero y dedicación, y un gran recuerdo para Henry ...
¡GRACIAS CHICAS!
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PENSANDO EN LAS ROTACIONES

DIVISIÓN EN 4 SECCIONES

Nuestra espiral mide 35 metros y, en base a ello, hemos establecido 4 secciones que podréis observar en la fotografía superior. Cada una de ellas mide algo más de 8,5 metros.

Realizamos esta distribución para establecer unas rotaciones ordenadas. Cada año los cultivos se irán desplazando a la parcela siguiente y sólo regresarán a la primera parcela transcurridos 4 años.

En el apartado de rotaciones lo comentaremos más detalladamente.

En nuestro caso, dado que hemos decidido realizar rotaciones de 4 años, basadas en el consumo de nutrientes, la distribución queda como sigue:

1- ZONA ROJA : plantas muy consumidoras
2-  ZONA NARANJA : plantas de consumo medio
3- ZONA AMARILLA : plantas poco consumidoras
4- ZONA VERDE : plantas que enriquecen el terreno

Esto el primer año, porque al segundo año las plantas muy consumidoras pasarán a ocupar el terreno enriquecido de la zona verde, mientras que en su lugar se instalarán las medio consumidoras para aprovechar lo que dejaron las anteriores. El sentido de esta rotación es para facilitar el trabajo y abonar únicamente la cuarta parte de la espiral, la zona roja en que cada año plantaremos las my consumidoras.

El primer año se sitúan en una parcela las plantas muy consumidoras, al año siguiente ese espacio lo ocupan las medio consumidoras que aprovechan lo que dejaron las muy consumidoras. Al año siguiente le siguen las poco consumidoras, que aprovechan lo poco que queda y, finalmente el cuarto año, se plantarán aquellas que tienen la capacidad de enriquecer el terreno.
EL RIEGO ES LA VIDA


En nuestra huerta vamos a utilizar dos sistemas de riego.

Uno para usar esporádicamente y que consiste en un aspersor circular central, en situación elevada. Este aspersor nos permitirá realizar un riego general, tipo lluvia.

El sistema de riego base, que se usará diariamente e incluso programado, hay que seleccionarlo con sumo cuidado pues de su elección depende no sólo el resultado, sino la economía de agua y la efectividad del riego.

Normalmente las tuberías de riego se presentan en diámetro de 16 mm lo que permite colocar varias tuberías, con relativamente baja presión, para una mejor distribución del agua.

La tubería de 16 mm se puede encontrar sin orificios de riego para que estos los podamos hacer nosotros a las distancias deseadas. Esto es útil para el caso de árboles o plantas instaladas a distancias variables.

Con perforaciones preinstaladas se venden tuberías que incluyen puntos de riego por goteo cada 30 cm. Esta solución es adecuada para la mayoría de los cultivos hortícolas y, si se sitúan varias bandas alternando los puntos de riego se puede conseguir una plantacion alterna, con mayor densidad de plantas.  El inconveniente de este sistema es que en bancales elevados produce cierta erosión por escorrentía y, además, riega en superficie, que no es el mejor sitio ya que permite el establecimiento de semillas transportadas por el viento. Además puede tener importantes pérdidas por evaporación. Este  sistema de riego puede enterarse ligeramente con lo que mejora su eficacia aún a riesgo de obturación por raíces.

La mayor efectividad la conseguiremos con bandas porosas (exudantes), situadas bajo tierra, junto a la raíz, que es donde la planta necesita el agua. Hay dos presentaciones: cinta porosa o tubería porosa.

La cinta va bien, pero tiene el inconveniente de que puede doblarse y no dejar pasar el agua.

La tubería porosa aunque es la más cara es, a nuestro entender, la mejor opción. Va enterrada, creando una línea contínua de humedad y facilitando el agua allí donde la planta la necesita. Además las pérdidas por evaporación serán mínimas y tendremos menos hierbas competidoras.

En nuestra huerta estamos instalando tres líneas paralelas de manguera de goteo más una torre central de riego tipo lluvia. Los puntos de goteo van alternos entre bandas, por lo que logramos una plantar un mayor número de hortalizas. Además la distancia de 30 cm es adecuada para los marcos de plantación de la mayoría de las plantas.
El riego tipo lluvia es para usar de vez en cuando a fin de limpiar las plantas y que puedan respirar más cómodamente.
Nuestro sistema de riego va unido a un temporizador y realiza dos sesiones diarias. Según la época puede ajustarse el tiempo de riego, así como el tiempo transcurrido entre riegos. Es sumamente importante cubrir la tierra con una cobertura orgánica que cumplirá varias funciones: mantener mejor temperatura del suelo y conservar la humedad para gastar menos enagua de riego. Además esta cobertura, que en realidades un compostaje en superficie resguarda y sirve de alimento a los microorganismos encargados de descomponer la materia orgánica y mejorar la fertilidad del suelo.

CUANDO REGAR

Dependiendo de la época del año, de la temperatura y del tipo de cultivo, ajustaremos nuestra estación de riego. Como norma general hemos de tener presente que regar a pleno sol favorece la evaporación, con la consiguiente pérdida de agua, y mayor presencia de hongos.

En nuestra huerta están programados dos riegos. El primero sobre las doce de la noche, cuando la tierra empieza a enfriarse y el agua se evapora menos. Este riego lo aprovecha la planta durante bastantes horas. El segundo riego lo programamos para las 7 de la mañana. Como la tierra está fría y la tierra aún conserva humedad, el agua penetra más profundamente y la planta dispondrá de una mayor reserva para resistir mejor el fuerte calor.

Hay que ser observadores y, además, conocer la capacidad de retención hídrica de nuestro terreno. Cada tierra es diferente y si mala es la carencia de agua, no es menos malo el exceso ya que puede encharcar la tierra, pudriendo las raíces, impidiendo la circulación del aire, y originando una perdida, por lixiviación, de nutrientes.

Por ejemplo, una tierra muy arcillosa, es muy compacta e impide la circulación del agua, mientras que en el extremo opuesto podríamos tener una tierra muy arenosa, que no tiene capacidad alguna de retención de agua. Mientras en el primer caso podría ser suficiente un riego diario, o menos, en el segundo podrían necesitarse varios riegos diarios para mantener un mínimo de humedad.

El problema del riego es más crítico en los semilleros y plantas jóvenes ya que disponen de un sistema radicular mínimo y trabajan únicamente el horizonte superficial.

El riego distribuido en líneas paralelas facilita la distribución de las plantas que siempre tendrán cerca un gotero en torno al cual se crea una zona húmeda, más o menos grande, en función del tiempo de riego.


Para mantener la banda de riego en su sitio la sujetamos al suelo con una grapas que hicimos, simplemente doblando unos alambres.

OTRO CURSO, OTRA ESPIRAL
En este apartado vamos a ver la construcción de otra espiral, paso a paso, cómo prepararla para que resulte sencilla de mantener pero de gran productividad; a la vez complementará la espiral anterior.

En primer lugar, os diré que opté por la forma en espiral que se observa en la fotografía por dos razones: la primera, que ofrece mayor variedad de microclimas que una huerta configurada por bancales rectos, y esto es muy importante para una producción intensiva, orgánica y estable; y la segunda, porque me gusta la huerta-jardín, o jardín comestible, y no cabe la menor duda de que las formas redondeadas resultan más estéticas que las rectas que, por otro lado, tanto escasean en la Naturaleza. El trazado de la huerta en espiral es muy sencillo. Os voy a explicar cómo lo hice, pero primero tenéis que decidir el ancho que le queráis dar a los bancales; en nuestra huerta optamos por los 120 cm. tradicionales, que son una medida que permite acceder con comodidad desde ambas partes.

También debemos decidir el ancho del pasillo entre bancales; por lo general, llega con unos 40 cm., ya que permiten utilizar la carretilla, aunque ajustadamente; por otro lado, este ancho viene coincidiendo con el del rastrillo que utilizamos.

Una vez decididas las medidas anteriores, vamos a realizar un pequeño cálculo matemático. El ancho de cada banda (bancal + pasillo) será de 160 cm. (120 del bancal + 40 del pasillo). Pues bien, recordáis la fórmula para calcular la longitud de la circunferencia?; por si a alguien se le ha olvidado, os la voy a recordar:

Longitud = 2 x π x r.

La longitud resultante es 160 cm., ya que es lo que queremos desarrollar en cada círculo, y el número π tiene un valor de 3,14.

Con estos datos podremos conocer el radio. Será:

r (radio) = Longitud / 2 x 3,14,
es decir: r = 160/6,28 = 25,48 cm.

Ahora fijo el punto central de la huerta, y clavo una estaca.

Tomando la estaca como centro, trazamos sobre el suelo un círculo con el radio previamente calculado de 25,48 cm. Una vez dibujado el círculo, lo marcamos clavando sobre él una serie de estacas, cuantas más mejor ya que esto nos va a permitir una mayor precisión en el trazado.
Ahora dibujamos nuestra espiral. Atamos una cuerda en la estaca del centro y la enrollamos alrededor del círculo de estacas en el sentido de las agujas del reloj; cada vuelta que demos va a equivaler a un desarrollo de 160 cm., tal como calculamos anteriormente. En el extremo de la cuerda atamos un palo y procedemos a ir desenrollando la cuerda al mismo tiempo que, con la punta del palo, o con una bolsa perforada,  llena de cal o arena como hacemos en estas imágenes, vamos dibujando sobre el suelo, obteniendo una espiral perfecta con una separación entre líneas de 160 cm. exactamente (la longitud exacta del diámetro del círculo marcado con las estacas alrededor del eje central).
El  siguiente paso es ir siguiendo esta línea con un rastrillo de 40 cm., marcando sobre el suelo el ancho que va a ocupar el pasillo. De esta manera tan sencilla, vamos a tener dibujados sobre el terreno el pasillo y los 120 cm. del bancal.
En la imagen tenemos dos senderos: el estrecho será el camino (40 cm.) y el más ancho el bancal (120 cm). Confío en que no tengáis ninguna duda, pero, si no fuese así, podéis enviar un mail para que podamos aclarárosla.
BANCALES

Ahora ya podéis preparar los bancales sobre el dibujo. Al estar ya dibujada la espiral sobre el terreno, sólo me queda aflojar la tierra, y cómo ésta es una operación que ya no vamos a tener que repetir nunca más, debemos aprovechar para retirar piedras grandes que puedan estorbar (las piedras pequeñas son necesarias para estructurar el terreno y también como fuente de minerales). Una vez hecho, procedo a rebajar el camino, unos 12-15 cm. con la ayuda de una azada, y voy colocando la tierra extraída sobre el bancal.
La tierra del camino se va colocando sobre el bancal y va a ayudar a levantarlo sobre el nivel del suelo.
La razón de rebajar ligeramente el camino es evitar el encharcamiento del bancal. Como resultado, tendremos un bancal con una elevación de unos 15 cm. sobre el camino que lo circunda.

En los caminos colocamos paja, o restos de coníferas, como en nuestro caso (que tardan mucho en compostar) y ayudan a mantener la humedad y tener el camio seco en el invierno, y con menos hierbas competidoras. El siguiente paso, como podréis ver en la foto superior, es colocar el riego, en este caso por goteo. Una vez acabado el trabajo, esta primera vez conviene cubrir los bancales con estiércol (yo utilizo estiércol de oveja ecológico) y finalizar recubriendo todo con hojas variadas (castaño, roble, etc.); si no las tenemos, se puede hacer la cobertura con paja (cuidado, que puede llevar muchas semillas) o con hierba seca. En pocos días estará en condiciones óptimas para plantar. Después de este estercolado inicial, en adelante vamos  a fertilizar conforme a las necesidades de nuestras plantaciones.
ROTACIONES

Una vez que la espiral está terminada, fertilizada y con la cobertura de hojas, la vamos a dejar descansar algunos días para que se inicie la actividad de los organismos vivos del suelo y la tierra se vaya estructurando. Se dejáis una pequeña zona sin fertilizar y sin cobertura, después de unos pocos días podréis observar la maravillosa transformación que ocurre en la zona recubierta de hojas, lo que evidencia la labor de los microorganismos del suelo. El siguiente paso será redefinir sobre el bancal diferentes zonas que nos permitan ordenar las plantaciones y las rotaciones, que realizaremos cada cuatro años.
Los bancales se pueden separar por tramos de igual longitud mediante piedras, plantas, o estacas y ya podemos sembrar. En el caso de la imagen superior protegemos las plantas recién trasplantadas con helechos, para reducir el stress por el día que tuvimos de fuerte calor.

En el centro de la espiral de bancales situaremos una espiral de plantas aromáticas, estanque incluído, y seguidamente trazaremos sobre la espiral de cultivo tramos de igual longitud que serán los bancales de cultivo y sobre los que aplicaremos las rotaciones. Irán alternando y, como la espiral es cada vez más abierta, no coincidirán juntos bancales del mismo número.


En el dibujo se utiliza la siguiente clave.
Azul = bancal 1
Rojo = bancal 2
Verde = bancal 3
Amarillo = bancal 4
Observad que para que no quedaran dos bancales del mismo número enfrentados cambié el orden de los mismos; la secuencia de fuera a dentro es 1-2-3-4 1-2-3-4 1-3-2-4. Se puede jugar también con los tamaños.

Para marcar estas divisiones yo utilizo tajetes que, además de añadir una nota de color a los cultivos, ayudan a protegerlos, ya que a través de sus raíces segregan un fitocida muy potente para luchar contra eses gusanos grises que dan cuenta de nuestras lechugas y otros cultivos, a base de morderlas en el cuello, justo ahí donde empieza la raíz. Para facilitarnos las labores, podemos abrir un camino a través de los bancales que lleve directamente al centro de la espiral; de esta manera no tendremos que dar muchas vueltas cada vez que querramos acceder a una zona interior. La espiral blanca representa el camino.

Lo que planto el primer año en la zona azul, el segundo lo plantaré en la roja, el tercero en la verde y el cuarto en la amarilla. Después de esta rotación de cuatro años, vuelvo a empezar.
Esta espiral se puede ampliar cuanto sea necesario.
Si se hace muy grande se puede abrir un camino radial para facilitar el acceso.
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