El intestino delgado - Fundación Galicia Verde

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EL INTESTINO DELGADO



La función más conocida del intestino delgado es la absorción de los nutrientes de los alimentos, pero existe otra función igual o más importante que también desempeña la mucosa intestinal y que es la excreción de los tóxicos (la mucosa intestinal tiene la capacidad de excretar isótopos radiactivos y metales pesados como el plomo, expulsándolos fuera del organismo junto con las heces).

El desarrollo de la digestión y de la absorción dependen en gran medida del contacto del alimento con las paredes intestinales. De ahí que una de las características morfológicas más importantes del intestino sea la presencia de numerosos pliegues que amplifican su superficie interior, nos referimos a las vellosidades intestinales. La superficie total de éstas equivale a la de un campo de tenis.

Cuando la mucosa intestinal está sana sólo los nutrientes preparados para pasar al torrente sanguíneo podrán atravesarla, pero cuando por estrés, alimentación desequilibrada y otros factores la mucosa se altera, los nutrientes comienzan a no absorberse correctamente y patógenos, antígenos, xenobióticos y otros tóxicos consiguen atravesarla. Es aquí donde comienzan muchos desequilibrios de la salud, primero produciéndose una sobrecarga hepática, al ser el hígado el principal órgano encargado de neutralizar los tóxicos procedentes del tubo digestivo. Con el paso del tiempo, el constante flujo de tóxicos hacia el torrente sanguíneo promueve la disfunción de los órganos que ofrecen menor resistencia.

Este proceso nos permite entender cómo numerosas personas que sufren diferentes trastornos cómo sinusitis, cistitis, reumatismos, depresión, diabetes, migrañas, etc., realmente no son más que manifestaciones diferentes de un mismo proceso, la toxemia de origen intestinal.

¿A qué se debe la mala salud intestinal?

Los agentes causantes de la mala salud intestinal están muy extendidos, de ahí que el exceso de permeabilidad intestinal afecte a la mayor parte de la población mundial. Se debe fundamentalmente a los siguientes factores:

     
                    • Flora intestinal putrefactiva con predominio de bacterias gramnegativas. Parásitos y hongos.
                    • Tóxicos.
                    • Alimentos incorrectamente digeridos, además de otros factores alimenticios y carenciales.
     

Y aquí volvemos a dar un papel determinante a los parásitos, ya que lesionan la mucosa intestinal para succionar sangre hasta tal punto que pueden provocar anemia. Asimismo, producen sustancias tóxicas con actividad proinflamatoria y consumen nutrientes vitales, llegando a producir carencias nutricionales. Entre los parásitos más problemáticos están los Áscaris. Éstos se aferran a la mucosa intestinal y vierten en ella toda clase de tóxicos irritantes producto de su metabolismo, que van a oxidarnos nutrientes como la vitamina C o van a inhibir la actividad de la vitamina D.

Enfermedades de origen intestinal

Migrañas, jaquecas, dolores musculares y aticulares, infecciones, insomnio, halitosis, cansancio, dermatitis, trastornos hepáticos, asma, rinitis, sinusitis, trastornos del sistema reproductor… Son algunas de las enfermedades que pueden tener su origen en una disfunción de la absorción intestinal.

Por otro lado, aunque el origen no fuese este, cualquier enfermedad se verá empeorada por un exceso de la permeabilidad intestinal. Desde mediados del siglo XX, las enfermedades denominadas autoinmunes se han multiplicado de forma vertiginosa. Vamos a ver por qué un exceso en la permeabilidad intestinal, una flora predominantemente gramnegativa y una alimentación inadecuada son las causas principales de estas enfermedades.

Debemos saber que los antígenos son sustancias que promueven la formación de anticuerpos (proteínas producidas por nuestro sistema inmune cuando el cuerpo detecta sustancias dañinas denominadas antígenos), debido a que nuestro sistema inmune las reconoce como una amenaza para el cuerpo. La mayoría de los antígenos son proteínas, es decir, cadenas de aminoácidos. Cuando un anticuerpo se une a un antígeno lo hace siempre en el mismo eslabón de la cadena. A ese eslabón se le llama epítopo. El sistema inmunológico interpreta que sustancias con epítopos similares son las mismas sustancias, de ahí que el sistema inmune pueda atacar a las proteínas del organismo por confundirlas con antígenos alimentarios o bacterianos.

Otro fenómeno similar es el mimetismo molecular, que consiste en que los microbios adoptan la misma composición orgánica de su huésped para pasar desapercibidos. El organismo llega a reconocerlos y lucha contra ellos, atacando también los propios tejidos corporales imitados.

Por otro lado, numerosas cepas bacterianas contienen proteínas similares a las del organismo humano y si éstas pasan a la circulación sanguínea por un exceso de permeabilidad intestinal, el sistema inmune desencadenará una reacción que afectará a los tejidos que contengan las mismas proteínas.

Por ejemplo, la espondilitis anquilosante y la enfermedad de Crohn se deben a la existencia de la bacteria Klebsiella pneumoniae en el tracto digestivo. Esta bacteria contiene una proteína muy similar a las proteínas de las articulaciones vertebrales y la mucosa intestinal, y además produce un aumento en la permeabilidad intestinal. Estos son dos casos claros de enfermedades causadas por patógenos en el tracto digestivo.
 
EL COLON

El colon es la parte más importante del intestino grueso y sus principales funciones son: reabsorber el agua y los electrolitos del quilo (masa alimenticia emulsionada y degradada por los jugos pancreáticos y la bilis) procedente del intestino delgado para dar consistencia a las heces; reciclar las proteínas que provienen de los jugos digestivos; albergar la principal población de bacterias simbióticas del organismo; y eliminar los tóxicos a través de su mucosa.

Algunos autores indican que la población de bacterias que habitan en el colon es perjudicial para la salud, pero hay estudios que demuestran que esto sólo ocurre si la flora intestinal es putrefactiva, es decir, si se lleva una dieta desequilibrada y baja en fibra, consistente fundamentalmente en almidón, proteínas animales y alimentos procesados.
El adecuado funcionamiento del colon es uno de los pilares de la salud.

Las enfermedades de nariz, garganta y oídos, los trastornos reproductivos femeninos, los desórdenes hepáticos, vesiculares y prostáticos son consecuencia de una función colónica alterada en prácticamente el 100% de los casos.

Bernard Jensen, quiropráctico e iridólogo estadounidense, descubrió los puntos reflejos de cada órgano en el colon y encontró que cuando una zona del colon sufría de divertículos, estenosis u otra dolencia, el órgano reflejo sufría trastornos también.

A partir de los 40 o 50 años de edad es difícil encontrar un colon íntegro y que posea su anatomía originaria. Este hecho da lugar al estancamiento de gran cantidad de heces en el colon de muchas personas, especialmente de enfermos crónicos. Y trastornos como el estreñimiento crónico y la disbacteriosis propician la formación de un revestimiento de materia fecal y mucus en el colon que se convierten en una fuente de autointoxicación crónica y en una labor difícil para la absorción de nutrientes.

Las bacterias putrefactivas gram-negativas generan gran cantidad de tóxicos que sobrecargan la función hepática y aumentan la carga toxémica del individuo. Además, su membrana contiene lipopolisacáridos o endotoxinas que ejercen un efecto muy perjudicial para la salud. Los lipopolisacáridos son capaces de producir la muerte por shock y fallo cardiaco si entran en grandes cantidades en la sangre. Esto es básicamente lo que sucede en una sepsis o septicemia. Por suerte este grado raramente ocurre, pero sí es muy frecuente observar un nivel leve de endotoxemia que produce síndromes metabólicos como diabetes, obesidad y esteatosis hepática.

Estudios con animales y humanos reflejan que individuos obesos y diabéticos tipo II muestran unos niveles sanguíneos de lipopolisacáridos superiores a la media. Si tratamos a estas personas con los suplementos que componen http://terapiaclark.info/limpieza-intestinal/ de la Terapia Clark se mejoraría su tolerancia a la glucosa, se reduciría el porcentaje de su grasa abdominal y se revertiría, al menos parcialmente, la esteatosis hepática.

Todos los hipertensos, prostáticos, asmáticos de cierta gravedad y estreñidos crónicos tienen un intestino sucio. Estas personas suelen presentar estreñimiento sin saberlo, pensando que su regularidad intestinal es normal por el hecho de evacuar diariamente. Lo que sucede es que realmente están evacuando con un retraso de al menos 20 horas, correspondiendo las heces a las ingestas hechas con dos o tres días de antelación.

La importancia de la evacuación diaria

Para disfrutar de una correcta detoxificación celular es fundamental que los alimentos no permanezcan en el tubo digestivo más de 24 horas desde su ingestión. Esto es así porque con la evacuación no sólo se eliminan restos alimenticios, sino también bilis, colesterol, bacterias, moco y trozos de mucosa intestinal. Muchas personas cuya regularidad intestinal es diaria realmente están excretando heces de ingestas anteriores a las 24 horas. Lo ideal para conseguir una óptima excreción de tóxicos sería al menos dos evacuaciones diarias sin esfuerzo.
 
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